Mi conciencia me escudriña y me regaña, a veces me mima, pero siempre alerta, me observa y critica. Las voces no vienen seguido, mi conciencia es más como un barullo interno en el que las palabras son susurradas a mi oído, un oído omnidireccional, pues la voz está en un eco envolvente.
Las palabras se atraviesan, perturban la realidad y la califican disminuyéndola, simplificándola. Pero nadie es realmente engañado, la palabra no lo cubre todo, no lo descubre todo, no lo atina a definir suficientemente. La palabra incorrecta estorba, incluso puede perdernos. Por eso, el buen poeta, el que también ha sido ensayista, escoge bien las palabras y se repite. No es casualidad que algunos poemas tengan varios versos dedicados a la misma idea, no es que el poeta se regodee en su creatividad, es que quiere abarcar un poco más de la realidad de los sentimientos que lo que unas pocas palabras nunca dirán. Y por ello, algunos poemas cortos, como los haikus, son tan bellos y tan penetrantes: nos dejan completar la idea con nuestra imaginación y corazón... maravilla de la palabra bien empleada, la brevedad.
Las voces internas no siempre coinciden conmigo en lo que quiero pensar. ¿Cómo puede ser esto? Es una paradoja. A veces son recurrentes, como una idea obsesiva, a veces son insistentes, como una terquedad rencorosa. Pero lo que sí es fácil de entender es que sólo con la meditación las puedo callar. El ejercicio, el trabajo, cocinar, asear, son labores que me ayudan a calmar el barullo, pero no lo acallan por completo. A veces, el sexo, el buen sexo amoroso, también puede acallar esa vocecita interna. ¿El erotismo no? Es el sexo amoroso, el erotismo sí pero en el acto sexual de entrega y aceptación plenas, que cambia un clamor desordenado e impetusoso, como las olas del mar, en un silencio digno de ser observado y apreciado, como el silencio de una noche estrellada en medio del desierto, un silencio que da paso a una sensibilidad que permite disfrutar plenamente la sensualidad del abrazo amoroso, la infinitud de la pareja convertida en unión, comunión perfecta.
A veces, el silencio en el acto del amor, nos hace sentir una comunión que de otra manera no sentimos. Al separarnos, la soledad regresa con su parloteo incesante.
Quiero un sexo amoroso, alegre, placentero que calle mis voces internas. Quiero una relación sexual que me lleve al éxtasis y me deje un rato largo allí...
(La imagen que adorna esta entrada corresponde a una pintura de Bourguereau titulada "Primer Beso")
(La imagen que adorna esta entrada corresponde a una pintura de Bourguereau titulada "Primer Beso")