sábado, 6 de junio de 2015

Intercambio Erótico


       "TRUEQUE  ERÓTICO" 


   La poesía erótica es uno de esos placeres inefables, valga la contradicción. Sí, la poesía evoca y provoca.  En el caso de la poesía erótica evoca el placer, el deseo, satisfecho o frustrado, describe con formas bellas algo que puede o no ser común para convertirlo en algo bello, emocionante, agradable, maravilloso, místico, o inefable . . .  
   Tal es el caso, por ejemplo, del poema Flores en la Carne, de Kenia Cano, un poema que aparece en el libro 5Sentidos de Regreso, de Ediciones Clandestino, al lado de un dibujo de Juan Machín (ver foto abajo). El poema, por si tu visor de imágenes no funciona bien, reza así:  
  
   Flores en la carne, 
   respiraderos de una luz cercana. 
   Eso te decía desde el angosto jardín de tu sexo, 
   desde el ágil salto del ciervo, 
   desde la pequeña hembra iluminada. 
   Pliegues en la flor, 
   fuegos del eterno movimiento, ecos, 
   multiplicidad, 
   desdoblamiento de la primera rosa. 
   Primera vulva imantada, 
   labios sobre el tallo del discernimiento. 
   Flor desplegada en su hondura 
   honda llama para Tus labios. 
   
   En la misma página que aparece el poema, como decía, hay una imagen preciosa, poesía en líneas largas y cortas, juntas y separadas, de Juan Machín; aquí la foto prometida: 


   

   La noche del 5 de junio de este 2015 tuve la dicha de compartir una velada en El Manojo con personajes de gran talla en la vida cultural de esta tortuosa ciudad de Cuernavaca.  La ocasión fue el "Trueque Erótico" convocado precisamente por Juan Machín. Yo estaba enterado del evento por la invitación de Eduardo "El Tigre", dueño del lugar, pero no me había dado cuenta de que no se trataba de un ardid, una táctica promocional, ni nada por el estilo sino que era realmente una velada de trueque.  Machín ofrecía sus dibujos eróticos a cambio de una poesía o cualquier obra de arte; la idea era que si a uno le gustaba una obra de él, la emoción que le inspirara debía tener alguna salida. Podía ser una expresión mínima, como sucedió con Pili, su musa, que le hizo un poema de tres líneas a cambio de un dibujo que le encantó: una mujer desnudándose.     
   Desgraciadamente yo me enteré de la verdadera naturaleza de la fiesta de trueque demasiado tarde: el mismo día del evento. 
  



     Foto de Juan Machín en El Manojo 

   Aquí una muestra de las obras de Juan expuestas para el trueque: 




   El evento fue una ocasión gozosa por muchas razones. Una de ellas la convivencia con las personalidades que asistieron, algunas de ellas hacía años que no veía, como Alicia Valencia, otras de amigos y amigas que, aunque veo esporádicamente y había visto recientemente, solemos vernos con poco tiempo para disfrutar de la mutua compañía, como Susana Azuara y su esposo Miguel, Esther Tellez . . . En fin. Además, otra razón de gozo fue que conocí a una mujer de lo más interesante, una bióloga del Poli aficionada a la fotografía: Kalina Bermúdez. 
   Otra razón fue la diversión: Las poesías que ofrecieron los asistentes a cambio de obras de Machín. Los autores leyeron sus obras en el escenario, al lado del culpable de nuestra reunión en El Manojo. Resultaron de lo más variopinto que uno se puede imaginar: desde tan explícitas que parecían más narración porno que poesía erótica, pasando por gradaciones de mayor sutileza, como el ejemplo de Cano arriba, hasta sutiles y deliciosas como un postre gourmet. 
   La poesía de Pili, aunque no de una manufactura excelsa y muy breve, fue premiada con una de las obras de Machín, como ya dije. Juan invitó a los asistentes a proponer un poema inspirado por una de sus obras a cambio de la pieza.  El ejemplo breve de Pili y la generosidad de Machín inspiró a otros asistentes que decidieron improvisar un poema a cambio de un dibujo o acuarela erótico de su gusto. Varios amigos y amigas me pidieron que pasara a leer una poesía, o me preguntaban si yo había llevado algo. A mí, lo de la improvisación no se me da en la poesía, como sí se me da en la plática o la clase frente a grupo. Supongo que es cuestión de práctica. Por otro lado, yo no quise subir al escenario a leer algo poco digno a cambio de un dibujo que sí me parecía una obra de arte, pues me parece que la generosidad de Juan Machín no debía ser menospreciada y su gesto merece una obra original, inédita, así que no lo hice. 
   También hubo poemas y cuentos largos, evidentemente muy trabajados, como los que leyeron Héctor Rosales o Elena de Hoyos.  
   Entre los asistentes estaba Rocato, que aprovechó además para promocionar su librito "69 razones para disfrutar el erotismo". 
   Entonces yo anuncié, hacia el final de la velada, que próximamente daré talleres en la Fundación-UNAM, aquí en Cuernavaca. 
   Dejo constancia, en una foto, de la acuarela que atrapó la imaginación de Pilar Hinojosa. 


  
  
   Estando en el escenario, recordé una de las obras de Machín, porque estaba frente a mí, del otro lado del salón, y que a su vez me recordaba una narración rimada de una mujer que descubría el orgasmo a través, precisamente, de su reacción a la poesía erótica. Aquí dejo un ejemplo del poder de la palabra sumado al poder de la imaginación: 
  

 
  
   Un abrazo de corazón a corazón.