sábado, 31 de octubre de 2015

MATRIARCADO y POLIANDRÍA

CULTURA MATRIARCAL MOSOU 

   Una de las pocas culturas en donde ocurre la poliandría hoy día, donde una mujer puede y tiene relaciones sexuales e hijos con varios hombres, como práctica aceptada socialmente, es la de los Mosou, en China.  
   Recién apareció un artículo en el New York Times, por Amy Qin (25 de octubre de 2015), que me la recordó, y trae algunas observaciones que me parecieron dignas de reflexión.  Aquí pongo mis notas mezcladas con algunos fragmentos del artículo de Qin.  
  

   Lago Lugu en China 


   

   La cultura de los Mosou es algo raro, único, casi como una isla en medio del suroeste de China, en las orillas del lago Lugu, ubicado en la zona montañosa de la frontera entre Sichuan y Yunnan.  Una zona con vegetación alpina, a 2600 msnmm y rodeado de montañas, el lago Lugu y las aldeas que lo circundan ha permanecido aislado por siglos, lo que permite el desarrollo de esa cultura distintiva.  Su cultura es matriarcal propiamente dicha y en más de un sentido.  Sus deidades principales son todas mujeres, los dioses hombres son secundarios.  Todo lo que se considera importante en la vida se cree que vino de una mujer, no de un hombre, y la mujer se supone más capaz, mental y físicamente que los hombres.  Es algo admirable y único.  Como consecuencia natural, la sociedad es matrilineal, las herencias son de la mujer mayor, conocida como Dapu, a sus hijas y son las mujeres las dueñas de las casas.  Al parecer la cultura de los Mosou tiene una historia de poco más de cinco siglos, pero podría ser más antigua, ya que no tiene registros escritos propios.  La dinastía Han los registró como un lugar donde sus ejércitos podían pasar y hacer descanso pues es una cultura pacifista, no tienen guerreros ni tradición militar.  Pero la comunidad Mosuo se enfrenta a una crisis.  Conforme su interacción con la sociedad externa y mayor aumenta, tanto los residentes expertos como los estudiosos externos, chinos y extranjeros, temen que las prácticas culturales únicas del grupo se enfrentan a una grave amenaza. 

   Los expertos dicen que las poblaciones Mosuo en la región del lago Lugu, estimada en alrededor de cuarenta mil personas, están disminuyendo conforme los más jóvenes se casan fuera del grupo o se mudan a las ciudades más grandes por trabajo. Y sin un lenguaje escrito, la cultura Mosuo es particularmente vulnerable y podría desaparecer.

   Incluso dentro de la comunidad, los jóvenes Mosuo están renunciando cada vez más al matrimonio sobre la base de la cultura Mosuo: la práctica de siglos de antigüedad de tiesese (se pronuncia tii-sei-sei), para casarse de la forma de la mayoría circundante.    
   Conocida en mandarín como "zouhun", o matrimonio andante, tiesese es una alternativa al matrimonio monogámico.  En el tiesese los hombres visitan a las mujeres por la noche, en su habitación para el amor, para cumplir con la necesidad de la procreación y la gratificación sexual.  La mujer puede o no recibir a su amante, él no tiene poder de decisión sobre el asunto.  Por las noches se ve a los hombres paseando por las villas; algunos lo hacen sigilosamente, otros no tienen empacho en decir a casa de quién van. Algunos visitan a su amada en otra villa, por lo que la caminata puede ser larga y restringirse a noches con buen clima. Pero son ellos los que van a ellas, y las mujeres son las que toman la decisión de dejarles entrar o no.  Al llegar la mañana los hombres regresan a sus casas para luego ir al trabajo. No cabe duda de que, al menos en la cultura Mosou, son las mujeres las que eligen.  

   La mujer suele saber quién es el padre de su hija o hijo y le da esa información; al nacer el bebé el padre suele convivir con la familia de la madre y hacerle mimos al recién nacido por las mañanas. Poco después, las costumbres exigen que regrese a la rutina original: él se va a dormir y a vivir a la casa de su madre, visitará a su amada sólo por las noches, mientras ella lo reciba. 

   Tradicionalmente, una mujer Mosuo podría tener varias relaciones tiesese durante su vida, a veces simultáneamente.  Aunque esto ha venido cambiando conforme los valores de fuera de la monogamia y el compromiso de asociación por toda la vida se infiltran.  Otra grave amenaza al tiesese fue la limitación legal de tener sólo un hijo.  Ahora, su forma de disfrutar del sexo se ha convertido en imán turístico.  A la zona del lago Lugu se le conoce como “El reino de las mujeres” para la promoción turística. 

   Con tiesese, el sexo y el romance se mantienen aparte, separados de la familia y el trabajo. Tanto los hombres como las mujeres generalmente se espera que vivan en las casas donde nacieron.  Como resultado, las parejas sexuales raramente ocupan la misma residencia.  La armonía del hogar se valora por encima de todo, incluyendo las relaciones conyugales. 

   En la cultura tradicional Mosuo, la vida familiar se estructura alrededor de la unidad social básica, conocida como la "gran familia", en la que los niños son criados por su madre y su lado de la familia. Y mientras que los niños normalmente conocen a sus padres biológicos, son los tíos maternos los responsables de asumir el rol paterno, ayudando a criar y mantener a los hijos de sus hermanas. 

   Aunque para algunas feministas esta cultura es el paraíso, cabe preguntarse por qué no se ha difundido por todo oriente desde los 1500's hasta nuestros días. ¿Qué hace al patriarcado más valioso a las familias? ¿Por qué es que la mayoría de las culturas son monogámicas secuenciales o monogámicas estrictas? Interesantes preguntas, ¿verdad? 

  Me despido con un abrazo de corazón a corazón 



lunes, 26 de octubre de 2015

Relación Dominio-Sumisión Sexual


   Sobre Cincuenta sombras de Grey y la relación sexual de D-S (dominante-sumiso) 

   Debido a la popularidad de las novelas de Erika Mitchel, mejor conocida como E.L. James, la autora de Cincuenta sombras de Grey, y a que con frecuencia me hacen preguntas sobre el tema de la dominación-sumisión y el sado-masoquismo he decidido poner unas letras en el blog. 
  

 
   
   No es de extrañar que la sumisión y la dominación sean temas que pueblan el contenido de las fantasías sexuales, o que una gran porción de las representaciones pornográficas incluya cuestiones de poder en las relaciones sexuales. Esta misma dinámica está en juego durante las aventuras amorosas -la emoción de ser vencidos por nuestro deseo sexual nos permite participar en un juego sexual que va más allá de nuestra cotidianeidad. Se siente natural, bien, agradable, excitante, hacer los actos sexuales más escandalosos, extraños o indignantes, en la clandestinidad, lejos de los ojos de los demás cuando renunciamos a nuestro control. Irónicamente, esta necesidad de dejar el control, de estar fuera de control sexual con el fin de conseguir perdernos en nuestras propias pasiones eróticas, impide a muchas parejas el programar tiempo para el amor.  La sola idea de que podían "planear" perder el control es sexualmente el obstáculo que les impide descubrir lo fácil que es comprometerse con las fantasías de sumisión en cualquier momento, por un lapso breve, de un fin de semana, o sólo para una sesión amorosa de exploración. 

   La relación entre la sumisión y nuestro acceso al placer es una interesante; al aceptar uno renunciar a nuestro control sobre la situación, apagamos algo de nuestro cerebro que a menudo nos impide dejar ir; es como permitir que nuestro juicio crítico se tome unas vacaciones.  Al hacerlo a propósito, como parte de un “plan”, en vez de hacerlo mediante el embrutecimiento provocado por el alcohol, por ejemplo, podemos mantener la seguridad, la higiene y el contacto significativo con nuestra pareja. No es sorpresa que “cincuenta sombras” sea tan popular entre las mujeres sexualmente insatisfechas. Les permite imaginarse en situaciones de sumisión voluntaria en las que explorarían una faceta prohibida de su sexualidad. Sin embargo, las fantasías de dominación-sumisión que vale la pena explorar en pareja no son las de sado-masoquismo. La relación entre Christian y Anastasia es enferma, pervertida y peligrosa. En cambio, una relación de dominación-sumisión entre dos adultos sexualmente complacientes en la que nuestra pareja nos trata con una mezcla de respeto y desprecio impredecibles, en la que nuestra pareja quiere proporcionarnos un placer intenso, es una aventura deliciosa.   Y ser capaz de dejar ir lo es todo cuando se trata del orgasmo y del placer sexual.  Esto no puede ignorarse: el placer sexual difícilmente puede suceder en un cuerpo con una mente dominada por la ansiedad, el estrés o el deber ser, una mente ocupada en otras cosas en vez del sentir presente. Al ceder el control al dominante, el sumiso se deja hacer y se dedica sólo a sentir. La dominación no tiene que ser del tipo presentado en las novelas de sado-masoquismo. Y la sumisión no requiere dejarse lastimar impunemente. 

   El éxito de la sumisión, como vía para obtener placer sexual, viene de la renuncia al control y el dejar la responsabilidad del propio placer al otro. Implica liberación de inhibiciones: no tenemos control sobre lo que nos pasa, ni lo que nos excita. La responsabilidad recae en el dominante: el otro es el que nos hace cosas, nosotros sólo sentimos.   Para que una relación de dominación-sumisión funcione lo único que se necesita es que una persona, la pasiva, ceda el control y la acción a la otra, la dominante.  Un ejemplo sencillo y delicioso es el de dejarse vendar los ojos. La persona vendada es ahora, por fuerza, la sumisa. Su pareja puede desnudarla, lentamente, sin prisa y luego acariciarla y hacerle las cosas que la otra desea, junto con cosas que la otra no sospecha. La sorpresa y el aumento de la atención sensual provocados por la falta de la vista crean un ambiente propicio, mentalmente, para el placer. Si nuestra pareja es dedicada, creativa y paciente nos puede proporcionar mucho placer.  

Un abrazo de corazón a corazón

Manuel Algara