miércoles, 23 de septiembre de 2015

Paternidad y Monogamia


        
 Paternidad  y  Monogamia 

  Alguna vez, Margaret Mead dijo que la monogamia era la forma más difícil de arreglo marital.   Sin embargo, en la mayoría de las culturas la monogamia es bien vista y la poligamia está prohibida.  Además, en las culturas en las que la poligamia está permitida, la monogamia formal es muy común. 
   Entre más de 500 culturas en las que el matrimonio ha sido estudiado por los antropólogos, en poco más de un tercio de ellas la poliginia (un hombre casado con varias mujeres) estaba aceptada en tanto que la poliandría (una mujer casada con varios hombres) sólo en cuatro: la monogamia es la forma preferida por las sociedades humanas para establecer la familia y reproducirse. 


   

     Mónica Belucci cuando estaba embarazada 

    

   La movilidad y el control de la natalidad modernas permiten a las mujeres decidir cuándo y de quién se embarazan con mucha más certeza que anteriormente. Sin embargo, el deseo sexual sigue siendo un determinante de consideración. 
  La urgencia de actividad sexual que sienten los hombres es reconocida como muy intensa, de una intensidad muy superior, en promedio, a la que sienten las mujeres.  (Desde luego que esto es difícil de establecer, es intrínsecamente subjetivo; además, el componente cultural que acepta que el hombre esté caliente y lo demuestre y la mujer no seguramente influye en esta percepción.)  ¿Es por ello que la prostitución es la profesión más antigua?   Lo cierto es que las mujeres jóvenes y de buen ver pueden conseguir dinero fácil, comida, ropa u otros favores a cambio de favores sexuales a los hombres. Por ejemplo, en los EEUU a los hombres mayores, muchos de ellos formalmente casados, que mantienen a una estudiante joven les llaman “sugar daddy” (Papi dulce), personaje bastante común. 

   En Alaska, hay un pueblo donde se reúnen las mujeres y unos pocos hombres supuestamente solteros para una subasta de hombres que serán esclavos por una noche (o un fin de semana) de placer y sexo sin compromiso.  Así que también se puede decir que las mujeres tienen necesidad intensa de actividad sexual, aunque sólo sea una vez al año. (Por si le interesa, Talkeetna es el nombre del lugar donde hacen esas subastas.) 
   

   Subasta en Talkeetna -diciembre de 2006 

   

   Dado que la infidelidad es un asunto muy delicado, las estadísticas confiables al respecto no abundan. Se estima, por medios indirectos, que entre el 30 y el 60 por ciento de las personas casadas tendrán amoríos fuera del matrimonio, cometerán adulterio, serán infieles, o como se le quiera llamar.  Los estudios modernos de genética han revelado que muchas mujeres casadas, aparentemente monógamas, tienen amoríos con hombres con los que no están casadas. (Desde luego que lo inverso también ocurre, es parte del folklore de las sociedades machistas)   
   Se dice que la maternidad es una certeza, pero la paternidad un acto de fe. La paternidad suele establecerse por declaración verbal en el hospital, al nacer la criatura, y es suficiente para obligar legalmente al padre a dar su apoyo en la crianza. La adopción suele ser un acto de voluntad de ambos cónyuges. La aceptación de un embarazo por un hombre distinto al esposo no es común y el esposo no está obligado a proveer a la criatura si no lo desea y prueba que no es el padre. De otra manera, el esposo es responsable de todos los hijos de su esposa, o sea, los que nazcan en su matrimonio.
   Desde los tipos sanguíneos hasta las pruebas de paternidad por ADN, las pruebas nos dicen que la infidelidad que resulta en preñez es más bien rara, poco frecuente, pero muy real. En un estudio bien documentado, en Inglaterra, se averiguó que cerca del 2% de todos los niños nacidos en un hospital de una ciudad importante durante un año no eran hijos de los esposos de sus madres.  El estudio no tenía la intención de probar la paternidad, la desviación resultó de las comparaciones de genotipos de padres e hijos como parte de la búsqueda de otra información. Dado que los estudios de fertilidad en humanos indican que se requieren, en promedio, entre diez y trece cópulas para lograr la fertilización, esto significa que muchas de esas mujeres tuvieron amoríos regulares con los padres de sus hijos durante el año previo, pocas quedaron embarazadas resultado de una aventura de una noche.  También sabemos, lo saben muchas mujeres por experiencia propia, que con una sola vez que se tengan relaciones sexuales sin protección es suficiente para que una mujer joven y fértil quede embarazada.  Lo cierto es que el dato, 2%, está ahí. 
    Los estudios de paternidad son comunes en muchos países. Cuando hay problemas legales, divorcio, herencias en juego, o simplemente la duda de paternidad, las pruebas de laboratorio se usan para establecer si un hombre es o no el padre de una criatura. El tipo de pruebas de paternidad científico se inició con el uso de los tipos sanguíneos, en la primera mitad del siglo XX. Con aquellas pruebas no se podía establecer quién era el padre, sin embargo, en algunos casos, 30%, sí era posible decir quién NO lo era.  Conforme las técnicas de laboratorio y los conocimientos de genética fueron mejorando, las pruebas se hicieron más y más concluyentes hasta lo que se conoce hoy como pruebas de ADN que usan varios marcadores genéticos con una certeza mayor al 97%. 
   En los estudios de atribución de paternidad se averigua con frecuencia que el esposo no es el padre biológico de la hija o el hijo. Dependiendo del lugar y de las costumbres, de si las personas involucradas estaban casadas o no, de si el hecho que justificaba la prueba de paternidad era cuestión legal o médica, o si la prueba genética se usaba con otro fin y la no-paternidad era un resultado posible colateral, etc., la no-paternidad es un hecho y resulta entre 1.3%, de pruebas de marcadores para algunas enfermedades con componente genético y 18%, de pruebas de paternidad disputada.  
(Ver https://en.wikipedia.org/wiki/Misattributed_paternity ) 

   Me despido con un abrazo de corazón a corazón