domingo, 31 de marzo de 2013

Sexo y Dinero (Pte 1)


     El  SEXO  y el  DINERO 
     (Primera parte) 
    
   Los tabúes de la sociedad moderna son tan dispares como el sexo y el dinero.  Cuando digo tabú, me refiero a esos temas de los que hablamos sólo refiriéndonos a la teoría o a terceras personas, no hablamos de nuestra sexualidad o de nuestros ingresos.  En este sentido, el dinero es un tabú tan oculto y prohibido como el sexo, si no es que más.  (Me parece que es por esto que son tan difíciles de implementar algunas recomendaciones de las organizaciones como Transparencia Internacional.  La gente no quiere que otros se enteren de a cuánto ascienden sus ingresos. Mucho menos si esos ingresos son cuantiosos en una sociedad muy desigual.) 
   

   
   
   Son pocas las personas que nos confiesan con candidez el monto de sus ingresos ante la simple pregunta ¿cuánto ganas al mes?  

   Las investigaciones respecto de los problemas maritales sugieren que las discusiones sobre dinero y, sobre todo, las discusiones sobre cómo gastarlo, invertirlo o ahorrarlo son una de las causas principales de peleas que llevan al divorcio. No es una sopresa que las parejas jóvenes hablen poco de dinero y de cómo gastarlo, debido a que es un tema tabú. Pero sí es importante recalcar que sin una comunicación franca respecto de la sexualidad y el dinero no se podrá lograr una comunicación que resulte en una relación venturosa y duradera.  

   No es cuestión para tomarse a la ligera. 
   El borreguismo de las personas que creen que la naturaleza enseña lo suficiente para tener un buen matrimonio les permite olvidar que la naturaleza nos impulsa a reproducirnos, no a fundar una familia. Esta es una institución social. Son las conductas borreguiles las que nos tienen en los predicamentos en que estamos, con tantos problemas, tantos divorcios y tantos matrimonios infelices.  

   Las emociones y los valores que nos impulsan en un sentido, no son los mismos que nos llevan en el otro. Tener claridad en ello es importante y útil. El deseo sexual es muy distinto al deseo de permanencia y seguridad futura. El deseo sexual es una cuestión de urgencia, como obtener un cliente o ganar más dinero, o como comprar el nuevo juguete electrónico.  El deseo de permanencia y seguridad futura tiene que ver más con planeación a largo plazo y decisiones financieras que afectarán no sólo nuestra situación económica personal sino la de toda la familia. 
  
   Cuando tenemos salud y deseo sexual, es bueno tener una pareja con quien disfrutarlos. Cuando tenemos dinero también es bueno tener una pareja con quien repartirlo e invertirlo.   

   Pero pensar que si se tiene dinero hay que gastarlo, que el dinero es para eso, nos lleva a una situación de diferencias de perspectiva con las personas que piensan que una parte del dinero que se tiene hoy debe destinarse a los años de vacas flacas. Es como la absurda noción de que una erección no debe desperdiciarse, no debe pasarle desapercibida a nuestra pareja. No todas la erecciones deben terminar en cópula, igual que no todas las monedas ingresadas deben ser gastadas inmediatamente. Aunque la ilustración con el absurdo recién planteadas parezcan tonterías fuera de toda proporción, no están lejos de la realidad de las parejas que se divorcian por problemas de dinero, o por problemas de alcoba. 

   Parte de la adultez significa tener la capacidad para posponer el disfrute de un placer, sea el que sea, al menos por un tiempo, para obtener un bien mayor en el futuro. Es por ello que las discusiones abiertas y francas sobre sexualidad y sobre finanzas deben ser parte de las formas en que nos conocemos las parejas. 

   Explorar algunas de las fantasías, sean sexuales o financieras, en un ambiente de seguridad con nuestra pareja, nos puede llevar a un entendimiento que nos procure la referencia necesaria para la toma de decisiones en estas cuestiones. También nos provee la oportunidad de construir acuerdos que nos facilitarán resolver problemas cuando se presenten.  

   El refrán popular dice: "Cuando la ruina llega, el amor sale por la ventana"
   Aunque las diferencias financieras irreconciliables no son causal de divorcio, al menos no como figura legal, es seguro que sí son importantes. Mientras la pareja no confunda las frases de la propaganda, como "nivel de vida" o la popular "calidad de vida", con la realidad, poder financiero y hábitos de consumo, por ejemplo, la pareja podrá sortear muchos problemas económicos. Pero esto no se da sin un nivel de claridad en la comunicación.  

   A las parejas de muchos años, si tienen problemas por falta de comunicación, les recomiendo que hablen de ellos. Si no pueden hacerlo sin ayuda, acudan a un terapeuta o consejero matrimonial. Así también le recomiendo a las nuevas parejas, y a las que todavía se sienten en una etapa de exploración mutua, que hablen y discutan sobre sexo y sobre dinero. Sobre qué hacer y qué evitar, sobre qué desean lograr en un futuro cercano, y qué a largo plazo, qué puede ser pospuesto y qué debe ser logrado tan pronto como sea posible. 
   Buena suerte. 


Entrada escrita por Manuel Algara

   La fotografía que adorna esta entrada la tomé de Internet, de la página: 

http://www.karlabayly.com/2013/01/administrar-el-dinero-en-pareja/