viernes, 20 de noviembre de 2015

Diferencias Sexuales 3

Diferencias en cuanto al Orgasmo 

En dos entradas anteriores hemos escrito sobre diferencias sexuales entre varones y hembras 
(Ver: http://fundacionerin.blogspot.mx/2015/10/diferencias-sexuales-1.html    y http://fundacionerin.blogspot.mx/2015/10/diferencias-sexuales-2.html ). 

Esta entrada vamos a dedicarla al fenómeno del orgasmo y su obtención en relación a la diferencia sexual o de género. No es fácil aquí distinguir las diferencias que se deben a cuestiones culturales de las cuestiones biológicas debido a que el desarrollo de nuestra sexualidad, como fenómeno cultural, antecede a la conciencia del deseo sexual, el cual, por lo general, aparece al final de la infancia o inicio de la adolescencia, transcurrido mucho tiempo y habiendo sido la persona guiada, enseñada y reprimida en las cuestiones del sexo.  

 A pesar de que sólo las mujeres tienen clítoris, el órgano del placer por excelencia, el único órgano cuya única función es el placer sexual, las mujeres suelen tener mayor dificultad para lograr el orgasmo que los hombres.  ¿Cómo es esto así?  Creo que la respuesta la da otra vez la cuestión social. Las mujeres requieren aprender sobre su respuesta sexual por ellas mismas y esto no es algo que la sociedad promueva. Además, siendo sus órganos genitales casi invisibles para ellas mismas, su exploración de su sexualidad ocurre de una forma muy distinta a la de los hombres. En general son más los hombres que aprenden a masturbarse solos, y lo hacen más jóvenes; supongo que este aprendizaje es importante para la sexualidad adulta y tiene esta consecuencia, entre otras. 

Las mujeres también experimentan el orgasmo de manera diferente a los hombres. Por ejemplo: los hombres duran 4 minutos, en promedio, desde el momento de entrada hasta la eyaculación, de acuerdo con Edward O. Laumann; ese tiempo es suficiente para que logren el orgasmo. Claro que hay mucha dispersión en estos datos. Su orgasmo suele durar uno o dos segundos.  Las mujeres, en cambio, suelen requerir más tiempo, alrededor de 10 a 12 minutos para llegar después de la penetración – si acaso llegan. Cuando ocurre el orgasmo suele ser mucho más largo que el de los hombres, hasta donde se puede saber, puede durar entre seis y veinte segundos. Además, para las mujeres, la estimulación del capuchón y la punta del clítoris es muy importante, si esta no ocurre durante el coito llegar al orgasmo les es difícil, para algunas es casi imposible llegar al orgasmo durante el coito.   
Una concordancia interesante: para la mayoría, lo mismo para las mujeres que para los hombres, llegar al orgasmo en solitario suele tomarles más tiempo que con su pareja.  

Otra diferencia entre los sexos en la cuestión del orgasmo: la frecuencia con que tienen un orgasmo durante el coito. Entre los hombres que están en una pareja estable, el 75% dice que siempre tienen un orgasmo, en comparación con el 26% de las mujeres (29% según otras estimaciones). Y no sólo hay una diferencia en la realidad, también hay otra en la percepción. Mientras que las parejas femeninas de los hombres informaron su tasa de orgasmo con precisión, las parejas masculinas de las mujeres dijeron que creían que sus parejas femeninas tenían orgasmos 45% del tiempo, una sobre-estimación notable. En parte esto se debe a que las mujeres suelen fingir que llegan al orgasmo cuando saben que su pareja está llegando. ¿Por qué hacen esto? En parte para terminar, en parte para no herir el delicado ego masculino, en parte porque saben que al llegar él al orgasmo queda “fuera de combate” y no tiene caso seguir; según otras mujeres porque llegar no es tan importante. Sea como fuere, ellas lo experimentan con menos frecuencia, en promedio. 

Por otro lado, no todo es peor para las mujeres en el campo del orgasmo. Hay mujeres multi-orgásmicas: Entre las que llegan al orgasmo con sus parejas, una proporción importante reporta tener más de un orgasmo con cierta frecuencia.  Aquí parece que la experiencia juega un papel decisivo, sulen ser mujeres mayores de 30 años. Entre las mujeres que logran el orgasmo masturbándose, y la mayoría de las mujeres que se masturban lo logran siempre, una proporción bastante alta reporta haber logrado más de un orgasmo con cierta frecuencia. 

Fisiología de la Excitación y el Orgasmo

La fisiología de la excitación es muy interesante en sí misma y, al parecer, la variabilidad  aquí es tanta o más que en otros asuntos de sexualdiad.  Tenemos un abanico amplio, desde las personas que se consideran asexuales, las personas que no sienten atracción y deseo sexual, un grupo heterogéneo que parece involucrar a no más del 2% de los adultos jóvenes, hasta las personas fetichistas para quienes la sola mención por o vista de una prenda de vestir en su pareja, o la colocación de un objeto sobre el cuerpo de otra persona les puede provocar una oleada de deseo. 
Las zonas erógenas son muchas. Se las ha clasificado como de tres tipos: primarias, secundarias y terciarias. Las zonas erógenas primarias son las conocidas y reconocidas como tales por la mayoría de la gente: la boca, los genitales externos, los pezones y los senos de las mujeres, las tetillas de los hombres, la nuca, el cuello cerca de la oreja, el lóbulo de la oreja y esta misma, el interior del muslo, el perineo, las ingles. Las zonas erógenas secundarias son las que proporcionan sensaciones placenteras, de menor intensidad, a la mayoría de la gente: el antebrazo, la mano, los dedos de las manos, la mejilla, los dedos de los pies, la corba de la rodilla, la axila, las nalgas y el pliegue anal, los hombros. Las zonas erógenas terciarias: el resto del cuerpo.

La estimulación directa del clítoris antes de tiempo suele apagar el deseo de la mujer. En cambio, para el hombre, como ya señalamos antes, una estimulación directa del pene, sea por mano propia, sea recibiendo caricias de su pareja suele ser suficiente para excitarle, y tras la erección puede llegar al orgasmo si el estímulo se prolonga lo suficiente. Esto es significativo porque implica, entre otras cosas, que el hombre está disponible casi siempre que su pareja lo desee. 

Otra diferencia interesante: Para las mujeres mucho de lo mismo puede hacerlas retirarse o perder interés. Esto es especialmente cierto en cuanto a la estimulación erótica del clítoris. Siendo tan sensible como es el capuchón del clítoris debe ser estimulado con delicadeza y sólo mientras ella lo disfruta, que puede ser un tiempo muy variable dependiendo de las circunstancias y la persona, si se le estimula demasiado tiempo o demasiado fuerte ella puede incluso sentir dolor. Y la única forma de saberlo, para el hombre, es que ella se lo diga.  Otra vez, no siempre es así: Muchas mujeres se quejan de que sus hombres cambian el estímulo con demasiada frecuencia o cesan antes de lo necesario. Un consejo para el amante que gusta de acariciar el capuchón del clítoris es que mantenga lubricada la zona y frote o acaricie con suavidad, manteniendo el ritmo y la fuerza: mientras ella no se queje lo más probable es que lo esté disfrutando. Si ella no pide que se le frote con más fuerza o más rapidez, es mejor no  incrementarlas.  
Otra diferencia. Para los hombres el orgasmo requiere la erección del pene, para las mujeres la erección previa del clítoris también es requisito, pero para las mujeres el capuchón del clítoris puede y suele disminuir de tamaño cerca del orgasmo. 

Esta sección sobre la fisiología del orgasmo estaría incompleta si no se atendieran las diferencias físicas de las mujeres/los hombres respecto de la cadera. Como ya hemos mencionado varias veces, consideramos que los hombres son mujeres simplificadas, más altas y fuertes. La cadera es la zona del cuerpo donde se ven más diferencias sexuales. Es aquí donde están los órganos sexuales y es aquí donde las diferencias son más sustantivas. El útero, los ovarios, las trompas de Falopio, la vagina, el clítoris y la vulva en las mujeres no tienen correspondencia exacta en los hombres, que tienen próstata, escroto con testículos, y pene. Las estructuras que se corresponden más exactamente serían los ovarios con los testículos; las gónadas femeninas y masculinas pero, por cierto, su ubicación es muy distinta: las de los hombres por fuera, colgando dentro del escroto, las de las mujeres bien adentro en la pelvis, a los lados del útero. 

Pero hay otro conjunto de diferencias, más sutil, que tienen repercusiones en la fisiología del orgasmo: estas se deben a la conexión entre el sistema nervioso y el sistema reproductor: la inervación de los órganos sexuales. Aquí, la diferencia apuntada antes, la simplificación masculina, es más evidente. La red neural pélvica femenina es sumamente compleja. Su gran complejidad es una de las razones que explica que haya variedad en la forma de inervación y en las conexiones sexuales de las mujeres. Aquí copio del libro de Naomi Wolf de 2013, “Vagina” (editorial Kairós). “Las redes neurales que se extienden desde la pelvis femenina hasta la médula espinal son mucho más numerosas que las que se extienden desde las redes en el pene hasta la médula espinal. [...] Está claro que la red neural femenina es mucho más   difusa que la masculina y que en ella suceden muchas más cosas: en las mujeres hay una madeja de actividad neural al final del útero, en las paredes de la vagina, al final del recto, al final de la vejiga, en el clítoris y a lo largo del perineo. En la pelvis masculina se distinguen muchas menos madejas de actividad neural.” (pgs 41-42) Esta forma de inervación más profusa y compleja explica, por un lado, la mayor sensibilidad de las mujeres, y por otro, la variabilidad en las respuestas femeninas a la estimulación física. Las hay que sienten más placer y una mayor variedad de sensaciones en la zona de la vagina, otras en la zona del perineo, otras en la vulva, etcétera. 

La expresión y concepto del “orgasmo clitoriano” (o clitoridiano) de Freud, como distinto e inferior o inmaduro comparado con el “orgasmo vaginal”, refleja una forma de entender a las mujeres y de expresar la fisiología del orgasmo desde una perspectiva misógina y de un conocimiento de la anatomía femenina simplista, de una perspectiva masculina con el falo masculino como el órgano de placer sexual por excelencia, y la carencia de pene en las mujeres como una deficiencia insustituible. Que Freud basara su idea del orgasmo vaginal como maduro o superior al orgasmo clitoriano, y la falta de “orgasmo vaginal”, cuando en realidad quería decir orgasmo coital u orgasmo durante el coito, como definición de frigidez femenina, es uno de los mayores desatinos del médico austríaco. Desgraciadamente, su deseo de fama y la importancia real de otras de sus obras como generadoras de discusión le dieron a esta idea y a muchas de sus afirmaciones gratuitas el estatus de conceptos científicos. Otra de esas ideas gratuitas de Freud que despertó mucha curiosidad y que fue aceptada por muchos hombres, consecuentemente por muchas mujeres, fue la envidia del pene. Nosotros no hemos encontrado envidia del pene en las mujeres que conocemos. En un nivel social, como símbolo, la envidia del falo es algo distinta y tiene un caracter simbólico que no tiene mucho que ver con las ideas de desarrollo sexual “normal” de Freud.  

Respecto de cómo se sienten hay variedad de orgasmos, pero no son unos superiores a otros. A nivel del sistema nervioso, la fisiología del orgasmo parece ser muy semejante sin importar dónde sea que se origine el estímulo que se identifique con su llegada. De hecho, los orgasmos no genitales le suceden tanto a hombres como a mujeres y el orgasmo genital se puede considerar un tipo de orgasmo: el más común (ver Barry R. Komisariuk y Beverly Whipple 2012 Non-genital orgasms; Sexual and Relationship Therapy, 1-17). 

Sobre el género y el orgasmo  

Nadie habla de orgasmo perineal, muy poco se discute sobre orgasmo anal y orgasmo oral. Ni se discute con la amplitud que debiera la falta de respeto de los ginecólogos, la gran mayoría de ellos hombres, hacia las mujeres embarazadas al decidir practicar una cesárea programada en vez de esperar a que ocurra el parto naturalmente. Que se programe una cesárea sin saber si la labor de parto será difícil es un sinsentido, a nuestra forma de ver, que se justifica con razones económicas o de comodidad (para el ginecólogo) ajenas por completo a la salud de las pacientes y sus futuros bebés. Estas y otras cuestiones, como las referentes al orgasmo, tienen relación con el género y la supuesta supremacía del macho sobre la hembra. 
Parece ser que hay en realidad dos tipos de orgasmos, pero no son como discutía Freud, sino otra cuestión más fisiológica: los que parecen tener un punto de origen, que puede ser casi cualquier zona erógena, incluidos los órganos genitales, y los que se suelen llamar orgasmos de cuerpo entero. En el primer tipo de orgasmo las mujeres reportan mayor variedad y frecuencia que los hombres; para ellos el orgasmo suele originarse en el glande o el pene, rara vez en otro lugar.     

A manera de conclusión: de la misma manera que otras sensaciones, como el dolor, que pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, el placer también; las mujeres sienten y disfrutan de una sexualidad más rica, compleja y variada que los hombres; a las mujeres, por razones variadas, se les dificulta un poco más que a los hombres llegar al orgasmo; las mujeres suelen tener más de una fuente erógena que les proporciona el orgasmo; el orgasmo múltiple parece ser un fenómeno de placer erótico exclusivo de las mujeres. 

Me despido con un abrazo de corazón a corazón 

Manuel Algara